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¿POR QUÉ LA AMM ESTÁ CON FEMEBA?

La situación del profesional médico en Argentina no escapa a las del resto de los habitantes del país, salvo excepciones que periódicamente pueden salir a la luz pública. Vivimos un estado caótico, sobre todo en lo económico y en lo político, y el gobierno entrante deberá enderezar la economía como condición imprescindible para su sustentabilidad, tomar decisiones de fondo con la intención de mejorar la propia subsistencia, lo que implica considerar algunas condiciones que ayuden a que el rumbo a tomar sea el adecuado.

PARA SABER DONDE ESTAMOS, CONVIENE SABER DE DONDE VENIMOS

En nuestro caso, casi todos los profesionales médicos están agrupados en entidades que tienen convenios con la Seguridad Social (SS) en todas sus formas. Nuestra querida Asociación Médica fue creada el 14 de julio de 1932, y fue (es) su razón primigenia y fundamental FOMENTAR LA SOLIDARIDAD ENTRE LOS MEDICOS ASOCIADOS Y DE LAS ENTIDADES MEDICAS PREEXITENTES O QUE SE CREAREN EN EL FUTURO, como así también armonizar, facilitar, atender y promover las relaciones profesionales, la ayuda mutua y el perfeccionamiento profesional del médico. Desde allí, la AMM viene bregando en forma desinteresada y sin fines de lucro, por el bienestar de los médicos de Mercedes. La negociación de los diversos convenios, que en la Provincia de Buenos Aires son numerosos, terminó por necesitar un ente federal que representara a esta constelación de entidades, lo que culminó, diez años después, con la creación de FEMEBA (28 de junio de 1942). Aquí apareció un primer problema: todos los círculos y asociaciones médicas no eran iguales, ni sus poblaciones tenían necesidades sanitarias parecidas, de modo que lo que convenía a unos era inapropiado para otros, y viceversa.

Luego, en 1948, con la creación de los Colegios Médicos, nace un ente regulador de la matrícula que, entre otras, fijaba el honorario de los médicos. Treinta y un años más tarde, en un decreto de facto de la dictadura en 1979, el Colegio pierde esa potestad hasta el día de hoy. Desde allí, los aranceles convenidos con la SS fueron sufriendo un deterioro progresivo, y en los últimos diez años (para poner un límite porque, la cuestión obviamente, viene de más atrás) la pendiente se precipitó con una notable aceleración post-pandemia, en sincronía con la aceleración de la inflación. Aquí, a su compás y por su cuenta, los médicos establecieron abiertamente un cobro de copagos por montos no convenidos a los pacientes afiliados.  Esto escaló a la par del incremento inflacionario. Al día de hoy, ya caminando por la cornisa de la hiperinflación, no hay precios sin remarcación diaria, hay faltantes de insumos críticos, esenciales e imprescindibles, aumento de la pobreza, de la indigencia y de la inseguridad. Así estamos hoy.

ANTE LA SOSPECHA, CONVIENE INFORMARSE Y ANALIZAR

La renegociación de los valores de los convenios, cuyos plazos también se aceleraron, hoy no alcanza a llegar a tiempo, es decir, no se llega a compensar la depreciación del poder adquisitivo. Se crea la sensación de que el titular de la parte médica de los convenios, resulta inoperante o, por lo menos, ineficiente. O en el peor de los casos, se sospecha que lo que justifica esa aparente ineficiencia responde a intereses personales, ocultos y contrarios al espíritu de las instituciones involucradas.

Frente a esto, por la inflación y por lo onerosa que resulta la vida del médico, en distintos puntos de la provincia surgieron ideas y propuestas de separarse de la entidad federal, en la creencia de que sería más beneficiosa la relación con la SS. Analicemos algunas conveniencias e inconveniencias.

A) La Federación agrupa a un centenar de Entidades Primarias (EP) o Círculos Médicos, o Asociaciones Médicas de la Provincia de Buenos Aires, lo que representa aproximadamente entre 12.000 a 15.000 médicos en 110 partidos de la provincia. La ventaja que presenta FEMEBA es su peso en el número, cuestión muy importante en el interior. En el conurbano, y en las ciudades del interior que tienen alta densidad poblacional, ha comenzado una colonización de efectores propios de entidades de la SS y la contratación directa con algunos profesionales locales. Esto se manifiesta ventajoso al comienzo, el pago no tiene descuentos y se acredita electrónicamente en fecha prevista. Como desventaja, la actualización de los valores se da cuando el contratante lo quiere a los valores que él quiere. Si allí, transcurrido cierto tiempo, las condiciones se tornaran desfavorables o lejanas al acuerdo inicial (hecho muy frecuente) y el médico no las aceptara, quedaría afuera. Entonces, como suele ocurrir, ese médico encuentra cerrado el reingreso por la EP, con la que ya no hay convenio: Sin el pan y sin la torta. De esto se puede concluir que es preferible estar juntos (cuanto más apretados mejor), que estar solo y con la espalda descubierta. Mejor juntos que separados.

B)  El convenio federado carga sobre el médico un exiguo descuento (el descuento operacional convenido es el 4% de la facturación de los pacientes de IOMA y de Luz y Fuerza, y el 2% sobre el resto de las obras sociales, que son más de cuarenta), pero, en contrapartida, tamaña “bolsa de trabajo” tiene la ventaja de regirse por un contrato que prevé las suspensiones de la cuenta corriente del contratante, o la suspensión del servicio por mora en los pagos, o por la falta de adecuación de los mismos. Tiene, además y entonces, la ventaja de que FEMEBA logra así contar con fondos propios suficientes para, por caso, pagarle al médico lo que el contratante adeuda hasta el momento del corte. Mientras el corte dure, el paciente se atiende pagando en metálico y eventualmente contra recibo si lo solicita. Como caso emblemático de estos acuerdos laborales, el convenio IOMA-FEMEBA data de 1959 y continúa hasta la fecha, lo cual no es poco en previsibilidad de fuente de trabajo. Sesenta y cuatro años de historia avalan este hito contractual que involucra a miles de médicos en toda la provincia, médicos que se corresponden con la federación en afiliación de segundo grado, de modo y forma totalmente libre y voluntaria. Ningún médico se halla atado a la federación ni es cautivo de ella en las propuestas de la oferta laboral y del trabajo conjunto. Es menester también señalar, que los diversos convenios pueden y deben ser mejorados; esto nadie lo discute y hasta es absolutamente necesario; pero se debe, como hasta ahora, proceder y conducirse con racionalidad y con las herramientas orgánicas y democráticas del caso. Por lo tanto: Es mejor estar unidos e ir juntos en un mismo sentido.

C) Otra cuestión, no menor, resulta el costo administrativo para mantener negociaciones con la SS fuera de FEMEBA. Es cierto que círculos médicos como La Plata, Mar del Plata, Balcarce, por citar algunos que están fuera de la federación desde hace años, ya han montado una estructura administrativa, con asesorías jurídicas, económicas y financieras muy parecidas a la de la federación, estructura costosa y que, además, puede cambiar la constitución societaria de la EP, con percepciones gravadas por impuestos que las asociaciones sin fines de lucro, como la nuestra, se hallan exentas. Es cierto también que estos ejemplos consiguen valores de convenio mejorados, pero suele ser solamente al inicio; con el tiempo los valores no se diferencian de los aranceles anteriores gerenciados por la federación (Trenque Lauquen), aun cobrando un plus significativo desde la pre-pandemia. Estos acuerdos directos con la SS se consiguen por medio de un costo económico destacado y trabajando juntos, con compromiso, presencia médica en la EP y horas médicas de trabajo administrativo en los círculos y asociaciones; es decir, un sistema gerencial y de trabajo específico importante y con un costo de significativa magnitud. Cuando esto no es así, por caso Tandil, donde la población médica está dividida, la relación con la SS teclea otra música, una música disonante donde sendas partituras son ejecutadas al unísono y no logran supremacía en la conveniencia laboral. Conclusión: Estar juntos es mejor que ir separados.

Y AL FINAL: ACTUAR

Que los médicos somos una “rara avis” no es novedad. Nos quejamos sin saber, reclamamos unidad y en menos de lo que canta un gallo nos separamos, no sabemos exponer ideas (generalmente por ignorancia del tema) y entonces berreamos, vociferamos, exponemos conceptos falaces con sarcasmo, y lamentablemente nos faltamos el respeto, no solo como colegas sino como seres humanos. Resulta ser que, el que hace es un incapaz y el que critica no hace nada. Somos todos directores técnicos sin haber pisado el campo de juego y sin haber leído el reglamento. El individualismo solamente cae y se rinde ante el espanto, que, al decir borgeano, es quizás lo único que nos une. Y entonces allí nos alegramos, nos creemos fuertes, capaces hasta de ir por todo. Pero suelen ser estímulos espasmódicos, duran poco, el envión se agota en el preciso instante en que nos descargamos haciendo catarsis de bar o de pasillo y dejamos los asuntos en manos de otro, del que tiene vocación y regala su tiempo para que el prójimo duerma su sueño y camine su destino. Siempre fue así, mejor que lo haga otro, que trabaje otro, “yo no fui”. Si decimos que las instituciones no nos representan, deberíamos preguntar primero que hemos hecho nosotros por las instituciones que nos agrupan y que propenden al bienestar común. Hay que terminar de que siempre la culpa sea el otro, hay que terminar de quejarnos para arriba y empezar a atender lo de tenemos a nuestro lado, que es donde estamos nosotros y donde podemos hacer algo por nosotros mismos. Somos todos médicos, hay que dejar de propalar insolvencias y dialogar con ideas constructivas, con espíritu democrático, con participación, con vocación de trabajar para el prójimo; hay que entregar trabajo, insistencias y reclamos hasta el cansancio para que podamos mejorar nuestro status quo. Muchos médicos somos capaces de vilipendiar, agraviar y desacreditar, pero pocos (se cuentan con los dedos de una mano) son los que ponen la cara todos los días y se mueven trabajando desinteresadamente por los demás.

Participemos con ánimo positivo, tenemos un adversario muy evidente frente a nosotros (es claro que no somos nosotros mismos), y es el capital al servicio de un negocio sustentado por la salud y por el arte del curar. Debemos tener un espíritu consonante y no desavenido, mucho menos hostil o distópico. Hay que participar, trabajar, estudiar profundamente la situación local, buscar la solidaridad. Y actuar dentro de las instituciones, las que están trabajando desde hace tantas décadas, democráticamente, con participación responsable, con el propósito de mejorar. Este es, ni más ni menos, el espíritu de la Asociación Médica de Mercedes, el que nos formó y que aún nos guía desde hace noventa y un años ininterrumpidos.

Escuchar con atención es más útil que protestar por afición.

Tratemos que nuestros colegas y dirigentes no sientan que están solos, que el esfuerzo vocacional y ad honorem vale y es digno de respeto y consideración.

Y a los díscolos, a los reacios, a los que siempre están ausentes, a los que nunca (en apariencia) les importa nada, a los tímidamente indiferentes, a la gran mayoría preocupada por la situación desquiciada de nuestra situación socio-económica, tratemos de informarles lo mejor posible, tratemos de informarnos e integrarnos en un claro objetivo, que es externo a nuestro arte y que nos abarca a miles de colegas. Porque la lucha y el trabajo es para todos, sin excepciones.

Por último: No son momentos para aislarse, para pugnar por escisiones drásticas cuyo resultado puede ser peor que lo que la actualidad nos está ofreciendo.

Y como siempre:

ES MEJOR UNIR QUE SEPARAR.